El duelo —entendido como el proceso personal que atravesamos ante una pérdida y que genera, como revela el origen etimológico de la palabra, dolor— es una experiencia por la que los seres humanos pasamos ante muy diversas situaciones: la muerte de un ser querido, una separación, una mudanza, la desaparición de un rol que hemos desempeñado, la jubilación, la pérdida de capacidades… Situaciones que nos sitúan frente a nuestra fragilidad como seres humanos y que requieren de algunas herramientas tanto para acompañarnos como para acompañar a otra persona.
Con el fin de conocer un poco mejor qué es el duelo y cuáles pueden ser esas herramientas, Lourdes Bermejo ha conversado con Cristina Coca y Miguel Ángel Martínez. Cristina Coca es doctora en psicología, docente universitaria y cuenta con veinte años de experiencia profesional como psicóloga clínica en el Hospital Universitario de La Paz (Madrid). Miguel Ángel Martínez es psiquiatra del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander) y en la actualidad desarrolla un programa de psicogeriatría. Esta conversación forma parte del ciclo de diálogos realizados como material de apoyo a las comunidades de cohousing en su capacitación para elaborar sus estrategias de apoyo mutuo y cocuidado.
Cristina Coca y Miguel Ángel Martínez hablan de compasión, espiritualidad y trascendencia como principios que nos ayudan a vivir personal y comunitariamente distintas situaciones de duelo. A lo largo de esta conversación destierran muchos mitos y aportan claridad sobre un tema sobre el que se multiplican las publicaciones, especialmente en internet, lo que da idea de hasta qué punto necesitamos (y buscamos) información, aunque no siempre recurramos a fuentes fiables. Fases del duelo, tiempos, duelo patológico… Existe un enorme caudal de clichés que ofrecen patrones de comportamiento y coordenadas sobre lo que es “normal” o no sentir o hacer en las situaciones de duelo.
“Es una experiencia en primera persona, un proceso dinámico y, por tanto, no una experiencia lineal”, explica Miguel Ángel Martínez. Ante ello, podemos posicionarnos de manera más pasiva y otra más proactiva y dispuesta a ver qué “tareas tienes por delante para poder elaborar esa pérdida”. Entre otras cosas, se trata de ver “cómo damos significado a quienes somos como personajes en nuestra historia personal y cómo estamos construyendo una nueva manera de hablar de nosotros mismos a partir de lo que nos ha sucedido y del dolor que estoy sintiendo”.
“Lo ideal sería que pueda haber un acompañamiento comunitario”, señala este psiquiatra. En la misma línea, Cristina Coca destaca que este acompañamiento protege frente al aislamiento o soledad no deseada y puede marcar la diferencia a la hora de afrontar distintas pérdidas, siempre que se haga a partir de una actitud compasiva, tanto con la persona doliente como con quienes acompañan.
“La compasión es lo que me toca ante el sufrimiento del otro y tengo que aprender a manejarlo. Yo no puedo contener el sufrimiento del otro si a mí me sobreimplica”, explica esta psicóloga, que rechaza la idea generalizada de que “empatizar es ponerse en el lugar del otro”. “No nos enseñan, nos dicen: ‘empatizar es ponerse en el lugar del otro’ y no, yo me tengo que mantener en mi lugar. No soy yo, no puedo reaccionar desde mí porque, si no, no voy a poder dar soporte a las emociones del otro. Esto es lo que en los profesionales desencadena el burn-out, la fatiga por compasión, etc.”.
El duelo de otra persona “nos amenaza porque viviendo las pérdidas del otro estamos anticipando las propias pérdidas y, por tanto, conectando con nuestra vulnerabilidad”, añade Miguel Ángel Martínez. “Si acompaño con calidad y de una manera profunda, tengo que tener trabajados conmigo mismo mi propia angustia, la incertidumbre, la amenaza de poder perder algo muy valioso para mí. Por eso pasamos de refilón o nos defendemos con convencionalismos: frases hechas, el rito…”.
En el caso de los duelos provocados por la muerte de un ser querido, estas actitudes de negación o evitación son especialmente frecuentes, dado que “en el tipo de sociedades en que vivimos tenemos la muerte escondida”. Esto hace que perdamos oportunidades para que hagamos despedidas adecuadas “que pueden dar mucha paz o mucha plenitud, tanto al que se va como al que se queda”, lo que dificulta el duelo posterior, señala este psiquiatra.
El tipo de despedida que seamos capaces de hacer es uno de los factores que más inciden en el proceso de duelo. En el caso de la muerte, Cristina Coca cita la práctica de una tribu en la que una buena muerte se consigue cuando se logra, antes del final, decir estas cuatro palabras o expresiones: “Perdóname, te perdono, te quiero y gracias”.
Actitudes y habilidades para el buen acompañar
La conversación de Lourdes Bermejo con Cristina Coca y Miguel Ángel Martínez repasa algunas dimensiones que pueden ser de ayuda para desarrollar las actitudes y habilidades que nos permitan —tanto en el cohousing como en otros contextos comunitarios— afrontar personal y colectivamente situaciones de duelo. Trabajar desde la compasión y la gratitud, con una comunicación adecuada y una presencia respetuosa, sin sobreproteger, atendiendo a aspectos como la trascendencia y la espiritualidad en relación con el sentido de la vida, son algunas de las claves que abordan en esta charla.
“Hay muchas preguntas que se nos hacen —cuenta Miguel Ángel Martínez— si es normal, si es patológico, si esto que me pasa es lo que debe ser…”. En su opinión, es fundamental tener presente que “la diversidad humana es amplísima” y, por eso, es importante “respetar el ritmo del otro” y ser flexibles, “estar presentes, no juzgar, no estar etiquetando [los comportamientos como adecuados o inadecuados]”.
Martínez recomienda “ir un pasito por detrás, desde la necesidad del otro”, algo en lo que también incide Cristina Coca: “Tenemos tendencia a presuponer que al otro le puede ayudar lo que a mí me ha ayudado o lo que yo creo y a preguntar muy poco”. Esto, en su opinión, se da con más frecuencia en el caso de las personas mayores: “no han perdido su capacidad, necesitan tiempo para reposar. Cuando una persona va perdiendo capacidades, tiene que ir elaborando sus propios duelos. No sobreprotejamos”.
Ambos recomiendan enfocar la experiencia del duelo desde el sentido de la vida personal y desde la espiritualidad, que tiene que ver “con sentir que estoy viviendo mi vida como quiero y puedo vivirla”, señala Coca. Por su parte, Miguel Ángel Martínez pone el acento en la trascendencia, en “el legado” que dejamos en forma de relaciones, éxitos, fracasos, vínculos, objetos… “Lo espiritual tiene que ver con quién ha sido esta persona que se ha ido, qué legado nos ha dejado, el sentido a través del cual ha transitado a lo largo de la vida”. En el caso de las comunidades de cohousing (u otras), considera que puede ser bueno “tener un lugar de encuentro para hablar de esto”.
Para cerrar un duelo, consideran fundamental “aceptar la pérdida, experimentar las emociones vinculadas a esa pérdida” y recolocar aquello que perdemos y que no desaparece, pero tampoco debe impedirnos desarrollar nuevas relaciones o nuevos proyectos.
Esta descripción de un buen afrontamiento del duelo que describe Miguel Ángel Martínez reconecta con la sabiduría de la tribu y la importancia de verbalizar perdón, amor y gratitud. Cristina Coca recuerda el valor terapéutico del lenguaje como bálsamo eficaz, al tiempo que alerta sobre ciertas fórmulas muy repetidas pero que difícilmente contribuyen a cuidarnos en momentos de dolor. A su juicio, estamos “muy poco acostumbrados a hablar desde el corazón” y no puede evitar la risa al evocar ciertas situaciones que probablemente nos resultarán familiares: “hablamos desde la razón, como si fuéramos a convencer al otro para que no le duela, para que acepte que no pasa nada…”.
Como se puede ver, las reflexiones de Cristina Coca y Miguel Ángel Martínez con Lourdes Bermejo a propósito del duelo tienen mucho que ver con la forma de vivir y relacionarnos en situaciones cotidianas. Asumiendo que en la vida siempre hay pérdidas, se trata de adquirir valores y habilidades nos ayuden a vivir más plenamente individual y colectivamente.
Esta conversación junto al resto del ciclo, puede verse en nuestro canal de YouTube.