El II Encuentro de las comunidades de cuidados rurales evidencia la necesidad de sumar a más vecinas y vecinos a los grupos motores y a las Administraciones locales para garantizar su sostenibilidad.
Ildefonso, de 96 años y vecino de Muñoveros durante una parte del año, resume a la perfección en qué consiste una comunidad de cuidados rural: “Esto es hacer pueblo”. Esta frase es una buena síntesis del II Encuentro de las comunidades de cuidados rurales celebrado en esta localidad segoviana (Segovia) los días 26 y 27 de mayo.
Los grupos motores de Casas del Castañar, Fresnedillas de la Oliva, Muñoveros y Santa Cruz de la Sierra presentaron en este encuentro las iniciativas de sus respectivos municipios, todas ellas caracterizadas por estar diseñadas y organizadas por la propia comunidad vecinal, algo que ha permitido poner en marcha servicios plenamente adaptados a las necesidades y a los recursos disponibles en cada pueblo.
Un servicio de comidas a domicilio aprovechando los recursos existentes en una residencia municipal, terapia ocupacional, un taller poético, rutas saludables autogestionadas y personalizadas, redes de voluntariado… Estas son algunas de las iniciativas desplegadas en los últimos meses, todas ellas dirigidas a mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas mayores como objetivo primario y semilla de otros muchos cambios en la cotidianeidad de estas localidades.
“Yo tengo fe en este proyecto de envejecer en mi casa —asegura Carmen, vecina de adopción de Muñoveros— el reto es que significa un cambio de paradigma, tanto en el tema de cuidados a las personas mayores como de participación de la comunidad. Son dos paradigmas muy difíciles de cambiar, porque hay una inercia de ‘los que gobiernan por un lado y el pueblo por otro’ o que el cuidado estaba a cargo de los familiares, sobre todo de las mujeres. Creo que la gente que no ve la bondad de este proyecto es porque no concibe siquiera que eso pueda ser de otra manera a como ha sido siempre”.
Uno de los impactos más visibles de estos proyectos es la revitalización de espacios que estaban infrautilizados o directamente en desuso, como un viejo cine en Eljas o el espacio sociocomunitario de Muñoveros, donde se han multiplicado las actividades y en el que el Ayuntamiento ha realizado obras para hacerlo más accesible, con una rampa y un baño adaptado. “Han salido de ahí muchas actividades muy buenas, has compartido mucho tiempo con gente que [de otro modo] no lo hubieras hecho, has sacado de sus casas a personas que estaban bastante marginadas, hemos interaccionado mucho más con determinadas personas mayores”, señala orgullosa Carmen.
Los vínculos personales y afectivos que se han creado en el seno de los grupos motores y más allá son uno de los logros más notables de estas comunidades. “Ha habido algunas cosas bastante mágicas —destaca José, del grupo motor de Fresnedillas de la Oliva— de quienes se han acercado al pueblo, gente con la que nunca habías tenido relación; me parece mucho más importante hacer red que un objetivo concreto de un proyecto concreto”.
La misión ahora parece clara: contagiar el entusiasmo y el compromiso de los grupos motores y convencer de que las iniciativas que se han puesto en marcha benefician a todo el pueblo. Por eso, para salvar las reticencias de algunas vecinas y vecinos, quieren hacerles ver que las comunidades de cuidados no son proyectos aislados o de un grupo o una asociación concreta, sino una fórmula para revitalizar la vida en los pueblos en las que cabe todo el mundo. Es más: se necesita a todo el mundo.
“Hemos identificado necesidades, pero que las identifiquemos nosotros y no tengamos alrededor gente que nos quiera ayudar… Necesitamos que el pueblo nos ayude, gente joven, gente un poco mayor, aquí no hay edad”, señala Eugenia, de la comunidad de Santa Cruz de la Sierra.
En Muñoveros celebrarán una asamblea abierta este verano, que permita a todo el mundo expresar su opinión. Confían que este diálogo sirva para entenderse y poder aunar esfuerzos. Carmen, que es miembro de Envejecer en Muñoveros, la asociación que ha impulsado la comunidad de cuidados local, explica que están pensando abrir espacios para que, por ejemplo, los agricultores locales expliquen la realidad de su actividad.
Principales iniciativas de las comunidades de cuidados rurales
La labor de estas comunidades, impulsada para activar los cuidados de las personas mayores y que puedan seguir viviendo en su casa y en su entorno de referencia, se ha revelado como una palanca para dinamizar toda la vida vecinal. Así quedó de manifiesto en el II Encuentro, donde se detallaron los aprendizajes y hallazgos de las iniciativas más destacadas de cada pueblo.
En Casas del Castañar (Cáceres) el 15 de mayo echó a andar un servicio de comidas a domicilio. Dos de sus impulsoras, Mª Asunción y Ana, explicaron en el encuentro de Muñoveros cómo el grupo motor ha logrado que, tras muchos meses de trabajo y un sinfín de obstáculos burocráticos, este servicio sea una realidad. Las comidas se hacen en la cocina de la residencia municipal “El Cerro”, para lo que el Ayuntamiento ha contratado una persona que también hará el reparto a domicilio y ha adquirido un vehículo.
A donde no lleguen los recursos municipales (en periodo de vacaciones, por ejemplo), “el grupo motor nos implicamos y hacemos el reparto de forma totalmente desinteresada. Para ello contamos con el apoyo de las asociaciones”, asegura Mª Asunción. Ana coincide en que esta iniciativa ha salido adelante gracias a que toda la comunidad creía en ella: “Están implicadas todas las asociaciones del pueblo, la de jóvenes, la de mayores, la de mujeres, agentes culturales del municipio, el propio Ayuntamiento”.
La sostenibilidad de este servicio tiene también mucho que ver con “la suerte de que en el municipio de Casas del Castañar se cuenta con una residencia de mayores de gestión municipal, una baza importante que además nos permite soñar con otros servicios comunitarios que partan desde la residencia, como en un futuro lavandería a domicilio, fisioterapia o lo que se nos vaya ocurriendo”, explica Ana, que ha sido la encargada de realizar el plan de viabilidad.
En Fresnedillas de la Oliva, el servicio de terapia ocupacional ha ido sumando participantes, en muchos casos derivados desde el centro de salud. La atención personalizada es una de las razones que explica la gran acogida que ha tenido esta actividad, lo que ha animado al Ayuntamiento a asumir el coste a partir del próximo curso contando con la terapeuta, Elena Borraz, también vecina de esta localidad de la sierra madrileña. Paralelamente, el grupo motor han empezado a asumir los roles de dinamización y facilitación que hasta ahora han venido desempeñando las técnicas del proyecto Comunidades de Cuidados. Este relevo —algo en lo que coinciden el resto de localidades—, es necesario para poder organizar las tareas de las comunidades.
En Santa Cruz de la Sierra (Cáceres), Adrián es el guía de las rutas saludables. Este profesor de educación física jubilado hizo una demostración a todas las comunidades presentes en el encuentro de Muñoveros de cómo se organizan y cuáles son sus beneficios para la salud, no solo física, puesto que las rutas permiten momentos de charla y de contacto social valioso, además de recorrer el entorno natural de estos pueblos, uno de sus mayores recursos.
La poesía de “Susurradores de Versos” ha sido una de las sorpresas de las comunidades de cuidados y otro de los momentos destacados del encuentro de Muñoveros. En torno a los poemas reunidos en el libro Muñoversos, recitados por sus autoras y autores, se vivieron momentos de gran emoción.
Solidaridad, recursos y tiempo para que estos proyectos se consoliden
El encuentro de Muñoveros ha servido para reivindicar conjuntamente más implicación de la población y más recursos en forma de inversiones públicas. “Solidaridad y dinero”, como repitieron muchas de las personas participantes —conscientes de que es imprescindible aunar recursos de naturaleza social más intangibles con otros puramente materiales—, son las principales demandas de las comunidades de cuidados rurales para seguir adelante y que se puedan replicar en otras zonas.
A su juicio, los resultados logrados hasta el momento avalan esta petición, puesto que el tipo de cuidados comunitarios que han puesto en marcha mejora considerablemente la calidad de vida de las personas mayores, fomenta los lazos vecinales y, en algunos casos, contribuye a la sostenibilidad y optimización de recursos públicos ya disponibles, como en el caso de las comidas de Casas del Castañar.
La colaboración con los grupos motores vecinales de ayuntamientos, diputaciones y mancomunidades, como entidades ligadas al territorio, se ve como un factor decisivo para movilizar los recursos que necesita este nuevo modelo de cuidados. Esta colaboración implica no solo nuevas inversiones, sino una gestión distinta de los recursos ya disponibles en la que participe también la vecindad. La colaboración público-social es, en este sentido, una herramienta para optimizar el trabajo de todos los agentes que viven y trabajan en el medio rural.
Hasta ahora, la dinamización de las comunidades con personal especializado y el coste de determinadas acciones ha corrido a cargo del proyecto Comunidades de Cuidados, que finaliza este año y que ha tenido un carácter experimental, de pilotaje. Una vez comprobado el potencial de este experimento social para reactivar el tejido vecinal y lograr que “toda la comunidad participe en las decisiones, no solo los políticos”, como se ha puesto de manifiesto en el encuentro, estos grupos están trabajando para seguir adelante y asegurar su sostenibilidad.
Así, además de plantear estas reivindicaciones, los grupos motores se han puesto manos a la obra y están trabajando en distintas solicitudes de subvenciones públicas y privadas para poder sostener el personal —consideran esencial contar con profesionales que dinamicen estas comunidades, así como perfiles sociosanitarios para prestar los servicios de cuidados específicos que necesitan las personas mayores, especialmente las que presentan algún grado de dependencia— de forma paralela a los contactos con sus respectivos ayuntamientos.
Recurriendo de nuevo a la lucidez de Ildefonso, las comunidades de cuidados han hecho suyo el lema de que “lo que no se empieza, no se termina” y están explorando de forma incansable múltiples vías para consolidar un modelo de convivencia para sus pueblos que abra la puerta a nueva forma de cuidarnos a medida que nos hacemos mayores.
José, de Fresnedillas, se muestra optimista: “Parece que al principio no permean todas las actividades que haces como grupo motor, pero pasado el tiempo, después de repetirlo varias veces, las cosas que realmente hacen falta calan y ya no eres tú solo el que lo organiza, sino que consigues que otras personas del pueblo, o el Ayuntamiento, u otra asociación se involucre y lo siga echando a andar”.